Apología al modular
sábado, 29 de enero de 2011
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Jueves 27 de Enero de 2011, 3:38 a.m.
485 palabras.
Social Distortion - When The Angels Sing.Humor: Sigue igual, aunque el texto idique lo contrario.
En realidad, este texto estaba destinado a otra cosa, pero algo que me pasó antes de llegar a mi habitación para escribir me hizo cambiar de dirección en cuanto a temas a tratar.
Es increible la habilidad que uno tiene para meter la llave en el hueco de la cerradura, casi automáticamente. Es exuberante la práctica que se tiene para apretar la tecla de la luz en el primer intento, a oscuras. Es genial la manera en que uno agarra el vaso, la coca, y el pedazo de pizza de adentro del horno sin hacer el más minimo ruido.
Hasta acá, todo genial. Nadie se despertó, nadie se dio cuenta de nuestra llegada.
Pero el poco conocimiento que tengo de la ubicación de los muebles de mi propia y amada casa es abarcativo. MUY abarcativo.
Ese momento adrenalínico que uno siente cuando le viene saliendo todo bien, que se entra, se agarra la comida, y se dispone a acostarse, para ver todo arruinado al límite por haberse llevado puesto con la mitad del cuerpo el mueble modular, (el cual contiene el televisor 21'', el microondas, ocho portarretratos, 13 estatuillas de buhos, perros, elefantes y querubines, tres tazas de café, el teléfono, cerca de 40 piedras y rocas de diferentes partes del país, recuerdos de Tandil, Mendoza, Villa Belgrano, Carlos Paz, Italia, Portugal y España, e incontables medicamentos y notas escritas a las apuradas, a lo que se le suma las tres o cuatro lapiceras) es más poderoso y exitante que cualquier droga.
Lo mas probable es que la mayoría de estas cosas no generaría mucho sonido considerable por si solo, pero si le sumás el hecho de que son las 3:27 de la madrugada, a que la casa esta casi hermetizada del poco ruido que hay, a que el efecto sónico que producen se ve amplificado un 147% por el oído biónico de mi vieja, y a que el dolor del golpe producido conlleva a una segura y exitosa puteada, es un hecho a tener en cuenta.
Lo más irónico de todo es que llevo 19 años viviendo en esta casa, y ese mueble siempre estuvo en el mismo lugar. Conozco la ubicación de la mesa del comedor, de la heladera, de todas las llaves de luz, del escritorio de la PC, hasta del ropero de mi vieja, pero no me acostumbro a que el modular esta ahí, esperando a que mi torpe cuerpo se lo lleve por delante cual estampida de Jumanji.
En serio, es preocupante. Llegué a pensar que el cacho de madera ese sabe que estoy por pasar y se hincha al doble en ese momento para que yo me lo morfe. No es joda.
Bueno, hasta acá llegué.
Y uno por ahí atras gritó: "Yay! El Diario de Viaje volvio a ser lo que era antes!"
Y por un costado, otro le respondió: "Psé"
Es increible la habilidad que uno tiene para meter la llave en el hueco de la cerradura, casi automáticamente. Es exuberante la práctica que se tiene para apretar la tecla de la luz en el primer intento, a oscuras. Es genial la manera en que uno agarra el vaso, la coca, y el pedazo de pizza de adentro del horno sin hacer el más minimo ruido.
Hasta acá, todo genial. Nadie se despertó, nadie se dio cuenta de nuestra llegada.
Pero el poco conocimiento que tengo de la ubicación de los muebles de mi propia y amada casa es abarcativo. MUY abarcativo.
Ese momento adrenalínico que uno siente cuando le viene saliendo todo bien, que se entra, se agarra la comida, y se dispone a acostarse, para ver todo arruinado al límite por haberse llevado puesto con la mitad del cuerpo el mueble modular, (el cual contiene el televisor 21'', el microondas, ocho portarretratos, 13 estatuillas de buhos, perros, elefantes y querubines, tres tazas de café, el teléfono, cerca de 40 piedras y rocas de diferentes partes del país, recuerdos de Tandil, Mendoza, Villa Belgrano, Carlos Paz, Italia, Portugal y España, e incontables medicamentos y notas escritas a las apuradas, a lo que se le suma las tres o cuatro lapiceras) es más poderoso y exitante que cualquier droga.
Lo mas probable es que la mayoría de estas cosas no generaría mucho sonido considerable por si solo, pero si le sumás el hecho de que son las 3:27 de la madrugada, a que la casa esta casi hermetizada del poco ruido que hay, a que el efecto sónico que producen se ve amplificado un 147% por el oído biónico de mi vieja, y a que el dolor del golpe producido conlleva a una segura y exitosa puteada, es un hecho a tener en cuenta.
Lo más irónico de todo es que llevo 19 años viviendo en esta casa, y ese mueble siempre estuvo en el mismo lugar. Conozco la ubicación de la mesa del comedor, de la heladera, de todas las llaves de luz, del escritorio de la PC, hasta del ropero de mi vieja, pero no me acostumbro a que el modular esta ahí, esperando a que mi torpe cuerpo se lo lleve por delante cual estampida de Jumanji.
En serio, es preocupante. Llegué a pensar que el cacho de madera ese sabe que estoy por pasar y se hincha al doble en ese momento para que yo me lo morfe. No es joda.
Bueno, hasta acá llegué.
Y uno por ahí atras gritó: "Yay! El Diario de Viaje volvio a ser lo que era antes!"
Y por un costado, otro le respondió: "Psé"
